Ssiempre, siempre caemos (caigo) en el mundo de las publicidades, donde la ropa es más blanca y las hamburguesas son del tamaño de la foto, pero no. tu cuádruple cuarto de libra con queso tiene el mismo tamaño que una común y la carne es del espesor de una feta de fiambre. el SIDA no se te va con actimel y la depresión tampoco.
hace aproximadamente 10 años, quizás hasta un 16 de octubre, estaba arrodillada en el piso del baño de mi casa sanisidrense. en mis manos tenía lo que había querido toda mi vida (o más bien ese último mes, pero bueno, tenía 5 años, para mí era una vida), la muñeca de La Sirenita. recuerdo la publicidad como si hubiera sido ayer: bajo el agua, la barbie Ariel nadaba y sacudía su pelo rojo de plástico, jugando con sus amigos peces. habrán sido mis ojos infantiles que no me dejaron ver la mano que movía a la misma, pero el caso es que yo estaba segura de que la ponías en el agua y nadaba cuál delfín en Aquarium. entonces ahí estaba yo, llenando la bañera con una emoción que nadie me iba a sacar; iba a ver a mi nuevo juguete nadar como por arte de magia y no podía esperar para verlo. n cuanto el agua llegó a la mitad, dejé caer la muñeca para que haga lo imposible. y esperé, esperé, pero Ariel flotaba boca arriba sin amagar a moverse, claro, es de plástico. después de llorar un buen rato, le corté todo su maldito pelo rojo, dejándola a lo varoncito. la miré a sus ojos pintados por coreanos y le dije con todo el dolor del mundo:- “no sos especial.” y la senté con sus compañeras en aquel living miniatura.
Diez años después, me encontraba yo frente al espejo del baño de mi casa Sanfernandense. no tenía una muñeca, pero casi. en mis manos tenía , según lo increíble de la publicidad, la octava maravilla del mundo. “plancha profesional BELLISIMA, liso o rizado en una sola pasada!” recitaba Giordano con una sonrisa picarona y un falso acento tano, mientras que una yegua rubia se hacía rulos a la velocidad de la luz ¿cómo no tentarse con semejante maravilla? y así fue que el día catorce del diez, mi cumpleaños, abrí un paquetote y la ví, ahí, en mis manos, el manto de Turín hecho planchita. la enchufé, encendí y me preparé para una experiencia del más allá. a mí, claro, me interesaba más el tema de los rulos dado que mi pelo ya es muy lacio por naturaleza, así que hice lo que suponía que debía hacerse para tener esos resortes dorados como la muchacha de la tapa. pero, ¿qué pasó? y nada, claro, nada pasó, pero bueno, todo puede fallar. me avivé que en la caja venía un dvd instructivo y dije “listo, ya, es a prueba de idiotas esto”. el video mostraba a una puberta sonriente que mediante movimientos, al parecer, bastante boludos, se hacía unos bucles que daban envidia. por favor, esto no puede ser más fácil, ¿no…? pero no apareció un puto bucle, un puto asomo de onda, NADA, NADA PASÓ.
y bueno, siempre es y será así. yo, con mi falso chiche nuevo y mis ilusiones rotas (?), llorando otra vez porque la señora televisión me engatusó otra vez.
¿saben qué? me cago en Giordano, Imantec, la golfa de pelo lindo, los rulos, el dvd instructivo, su acento italiano pedorro y en todos sus malcogidos muertos.
-MAMÁAAAAAAAAAAAAAA, ME QUEMÉ EL DEEEEDOOOOOOOO, AAAAAAAAAAAAIAAAAA..
:’ (

liso o rizado, en una sssola passssáda!